Martín Lorenzo, aquel doctor que ansiaba con
tener el privilegio de ser padre, aquel sueño que
se le había arrebatado.
Aquel doctor que solo entre sueños y ronquidos
podría realizar aquel sueño frustrado.
Aquel doctor que solo en sueños lograba
sonreír, aquel doctor que se quedaba atrapado
entre sueños bonitos.
Aquel doctor que solo en sueños podría vivir
lo que nunca tendría.
Hasta que aquella niña apareció, sí,
La niña del vestido azul, aquella que
sólo en sus sueños recordaba, aquella niña
que que siempre anhelo tener, La niña del vestido azul.
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