Abundante espuma y en ella pequeños
remolinos se formaban en la corriente cuando aquella especie de casa flotante
abría el gran río Polochic, transportando gente,carga, uno que otro vehículo y
un cacaste de sueños llenos de ilusiones y esperanzas.
El valle de Polochic, tenía
muchos encantos; el río que serpenteaba caprichosamente hasta llegar al lago
de Izabal
Este viaje con estos tres vehículos que van
junto a nosotros, con todas esas maletas y toda esta gente, es irrepetible.
Dentro de poco solo será un
recuerdo, como lo será también esta balsa cuando un puente se eleve por encima
tratando de unir estas dos orillas que siempre estarán separadas.
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